La normalización filosófica también puede resultar –en el caso latinoamericano– en una nueva forma de colonización, a partir de la cual se impone la racionalización de los centros de poder que va consolidándose, a medida que se producen “las independencias”. Los retos que surgen en nuestros países, una vez empiezan a buscar sus modelos de organización política propios, resultan en la necesidad de repensar los esquemas de la colonización y sostener la independencia, profundizando una manera de pensar autónoma, de nuevo cuño, que permitiera la emergencia de la identidad.
Sin embargo, desde la filosofía es difícil mantener esos propósitos independentistas, pues, lo que se instaura es un pensamiento neocolonial que zurce las roturas de la normalización, solo para reeditar las relaciones de poder, ahora adheridas al modelo económico del capitalismo dependiente. Podría decirse que desde mediados del siglo XX –solo por contextualizar este periodo filosófico– se robustece una filosofía neocolonial que reincide en modelos de comportamiento intelectual subsidiarios.
El neocolonialismo filosófico traslada la dominación en el terreno de la economía al campo de la producción intelectual, científica y –obviamente– al pensamiento filosófico. El “simple hecho de pensar”, autonómicamente se convierte en un acto de sumisión o rebeldía que rebasa las fronteras de la realidad concreta, en el que los latinoamericanos se manifiestan como perpetuadores de las estructuras del poder o pioneros de una filosofía de la liberación que más tarde buscará su propia identidad. La dominación neocolonial tiende a ser abstracta, sutil, casi invisible para quienes –incluso– la cuestionan, reproduciendo sus mismos esquemas en las categorías filosóficas que crean.
La figura dominante de España –en ese proceso– es sustituida por nuevas representaciones del poder, que son autoimpuestas y que impiden la consolidación de movimientos verdaderamente contrahegemónicos. Otros países europeos, y –por supuesto– EEUU, pasan a jugar un papel determinante en una producción filosófica que se llena de contradicciones. Las relaciones de dependencia económica con esos centros de poder, repercuten en la imposición de modelos filosóficos que refuerzan el “capitalismo intelectual”; es decir, recetas teóricas que embotellan formas de pensar, para ser consumidas en el subcontinente, sin mayor procesamiento analítico.
También es posible identificar este periodo neocolonizador de la filosofía, con el establecimiento de una nueva clase económica en nuestros países, relacionada con los valores de la burguesía industrial y ganados para el establecimiento de alianzas con los poderes económicos foráneos para seguir la colonización en el ámbito del pensamiento.
Autor: Coaching y PNL
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