¿Qué misteriosa gesta intelectual ha impedido que, en pleno siglo XXI, en un mundo en el que la tecnología se mueve a una velocidad de espanto, desaparezca la necesidad de la Filosofía? Lo cierto es que la importancia de la filosofía va más allá de una simple demanda académica en la formación de algunos profesionales, o una reaccionaria actitud de los viejos escritores que ven en ella una fuente de distinción que les protege del mundanal ruido de la cotidianidad.
Cuando se recogen los reproches en contra de la Filosofía, es común escuchar de su esterilidad para la solución de los problemas prácticos que las personas enfrentan diariamente. Suele acusarse a los filósofos –los antiguos y los actuales– de cobijarse en un lenguaje infame e inaccesible para la mayoría, con la única intención de esconder su incapacidad para “hacer cosas”. La palabrería de que se les acusa, es una manera de señalarles su inutilidad y carencia de sentido, en un mundo que cada día demanda más “proactividad” humana.
Pero, ¿es cierto esto? ¿La Filosofía es simple charlatanería, que no conduce a ninguna parte y que solo funciona como una manera elegante de evadir los problemas verdaderamente importantes de la humanidad? Por ejemplo, ¿tiene alguna importancia, la Filosofía en la búsqueda de soluciones para el cambio climático, la escasez de alimentos, el afán bélico de algunos países, el narcotráfico o el terrorismo? Más cercano aún, ¿sirve de algo filosofar, mientras una pandemia merma buena parte de la población mundial?
En este punto, una defensa sobre si es necesario mantener la vigencia social de la Filosofía, se complica más. Pero es que, en realidad, la Filosofía no tiene la obligación de resolver nada, su motivación principal, ni siquiera es dar respuestas a las necesidades materiales del ser humano. Por el contrario, la razón de ser de la Filosofía fue, es y seguirá siendo “la interrogación”. Preguntarse el porqué de las cosas que nos rodean o que nos suceden como individuos y como especie. La capacidad para elaborar buenas preguntas y su aplicación universal, ¡he ahí la fuente y el motor de todo acto filosófico! Entonces, la filosofía representa el arte de pensar la pregunta más pertinente frente a los dilemas más impertinentes. Ni las enfermedades incurables, ni el terrorismo, ni los problemas ecológicos, ni siquiera el Covid, son ajenos a la necesidad filosófica.
Autor: Coaching y PNL
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