El cuestionamiento filosófico de la religión constituye una de sus derivaciones disciplinarias más fecundas, en ese nicho se desarrolla una discusión acerca de la función que cumple la religión para el ser humano, tanto en su dimensión individual como en sus procesos de socialización, al tiempo que coloca sobre la mesa, el tema de la trascendencia espiritual y material, ahondando en los misterios que –para nosotros– pueden estar asociados a esa ofuscación que en muchas ocasiones puede provocar la religión cuando se le coloca en clave intelectual.
La dialéctica filosófica de la religión suele generar muchas más polémicas que cualquier otro debate en el campo de la filosofía, de hecho, sería inexacto hablar de “una filosofía de la religión” en singular, a menos que acentuemos la concepción de esta última, en su carácter de “veneración de lo divino, en tanto, esa divinidad, se refiere a uno o varios seres ubicados en un plano metafísico, desde donde ejercen el poder sobre los seres humanos. En esencia, una filosofía de la religión implica una necesaria introspección humana para sopesar nuestros saberes, nuestra axiología y, por qué no, nuestros temores, en el sentido de ser, apenas una ínfima parte de un mundo del que desconocemos casi todo.
En esa búsqueda de respuestas sobre el sentido de la vida, tanto la filosofía, sin apellidos, como la religión, también a secas, son muy cercanas, y allí hay un primer desencuentro que tiene que ver con el problema del poder. Zafarse de las ataduras metafísicas puede ser considerado por algunos, como una tarea propia de la filosofía, sin embargo, ¿acaso ella mismo no ocupa esa dimensión? Y, ¿la religión qué tarea tiene?, este tipo de preguntas son interconexiones que se encuentran entre filosofía y religión que se complejizan cuando las juntamos en una sola expresión “filosofía de la religión”.
Una forma más sencilla de no entrar en la esterilidad de un debate tautológico es considerar que –cuando se trata de la religión– algunos filósofos han intentado entrar en su caracterización como actividad y peculiaridad, eminentemente humana que obedece a esa necesidad de tener referencias sobrenaturales, en las que –si bien puede ocupar un lugar de subordinación– adquiere la seguridad del sentido existencial. ¿Es importante esa seguridad? La figura trascendental y antiquísima que representa la religión en la historia y el devenir de la humanidad, parece ser suficiente para responder esa pregunta.
Autor: Coaching y PNL
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