Existe una vieja convicción intelectual que concibe a la filosofía –en su estado puro– como la conjunción de diversos esfuerzos disciplinarios que, mediante continuos afinamientos, van estructurándose como el conocimiento más elevado, por su racionalidad, en un campo específico del saber humano. A esta forma de entender la filosofía, se asocia la cualidad de “madre de todas las ciencias”, que muchos le atribuyen.
Esa filiación entre la filosofía y algunas disciplinas es proteica y depende –muchas veces– del emisor; es decir, de quien está proponiendo la visión disciplinaria. Es así como algunos consideran que –uno de las primeros resultados disciplinarios de la filosofía– es la Antropología, entendida, eso sí, como la aproximación reflexiva a los orígenes naturalistas del ser humano. De la orientación filosófica de los antropólogos, deviene su obligación de emitir juicios acerca de la relación entre el ser humano, la naturaleza y sus congéneres, pero –en perspectiva amplia– lo coloca en el contexto de la universalidad ontológica.
Entender las actuaciones de las personas –desde la perspectiva del bien y el mal– se corresponde con el estudio de las cuestiones éticas: ¡He ahí, otra de las disciplinas más recurrentemente vinculadas a la filosofía! Aristóteles ya se planteaba la reflexión sobre la ética en sus tratados para comprender al ser humano en su “carácter”. El vocablo ethos, de donde se origina la palabra, alude a las costumbres o los hábitos que se adquieren como experiencias de vida y que acercan a los hombres hacia la virtud o el vicio. Es por esto que los griegos, en su meditación ético-filosófica, parten de la certeza que los seres humanos aspiran al bien en sus acciones, ejecutadas mediante el ejercicio de su libertad. Dicha aspiración ética está fundamentada sobre la necesidad del bien por encima del mal, cuando de perpetuar la humanidad se trata.
Respecto a la estética como disciplina de la filosofía, nos encontramos con dos orientaciones: una descriptiva y otra prescriptiva. La primera implica el ejercicio del pensamiento sobre la belleza que se pone en práctica en el arte, básicamente en la percepción de lo bello que coincide con lo que nos gusta, describir su esencia y sus componentes. Como normativa, la estética prescribe los valores de la humanidad que deben estar contenidos en las manifestaciones artísticas, lo que sugiere que su carácter disciplinario está vinculado a la bondad y la pureza de los sentimientos.
Autor: Coaching y PNL
E-mail: [email protected]